Canal lumbar estrecho: los signos sutiles que solemos pasar por alto
Por qué esta condición se nos escapa
En consulta veo un patrón que se repite: la estenosis de canal —el “canal estrecho”— se instala lento y de forma progresiva. El cuerpo se adapta; nosotros también. Normalizamos el “me canso rápido”, el “se me duermen las piernas” o el “camino menos que antes”. Con una población que vive más y mejor, cada vez llegan pacientes mayores de 80 años en buen estado general que, sin embargo, están muy limitados para sus actividades diarias por un canal lumbar o cervical estrecho. Ese contraste confunde: “si estoy bien del corazón y la cabeza, ¿por qué me rinden menos las piernas?”.
Otra razón por la que se escapa es que no siempre duele la espalda. A veces lo que manda son sensaciones en las piernas: hormigueo, adormecimiento, pesadez. En mi práctica, muchos pacientes no lo reconocen como un problema neurológico hasta que aparece la dificultad clara para caminar. La clave está en preguntar por cambios sutiles: ¿cuánta distancia podías recorrer hace un año y cuánta ahora?, ¿te notas mejor al sentarte o al inclinarte hacia delante?
“Se instala lento; el paciente lo normaliza hasta que la distancia de marcha cae y las piernas ‘se quejan’ más que la espalda”.
Ese es el momento de sospechar.
¿Te cansas al caminar y mejora al sentarte?
Señales sutiles en la vida diaria
Hay pistas pequeñas pero muy reveladoras:
- Empeora al estar de pie quieto y mejora al sentarte. Ese alivio rápido es típico.
- Caminar inclinado al carrito del súper (“shopping-cart sign”) permite ir más lejos que caminando erguido.
- Parestesias (hormigueo/adormecimiento) que suben desde los pies y se intensifican con la marcha.
- Fatiga de piernas desproporcionada para la edad o el estado físico, aun con poco dolor lumbar.
- Cambios de marcha: pasos más cortos, pausas frecuentes “para que se me pase”.
- Menos metros cada mes: esa reducción lenta de “mi ruta habitual” es un indicador clave que los pacientes suelen contar sin darle importancia.
Cuando pregunto “¿qué te obliga a parar?”, las respuestas orientan: si el alivio llega al detenerse y, sobre todo, al inclinarse o sentarse, pienso en canal estrecho. En mi experiencia, esta claudicación neurógena puede tardar meses en declararse; al principio una persona “solo” necesita apoyarse en un bastón o hacer más paradas en trayectos que antes eran triviales.
Claudicación neurógena vs vascular: cómo diferenciarlas sin drama
La confusión clásica es con la claudicación vascular (problema arterial). Un par de ideas simples ayudan:
- Neurógena (canal estrecho): empeora al estar de pie y con la marcha; mejora rápido al sentarse o flexionar la columna. Muchas veces hay adormecimiento y debilidad difusa, no calambres puros.
- Vascular: el dolor tipo “agarrotamiento” de pantorrillas mejora solo con parar, da igual la postura; la posición no cambia mucho el alivio. Suele haber frialdad o pulsos débiles en extremidades.
Truco práctico que doy en consulta: si caminar cuesta abajo (más extensión lumbar) te limita más que caminar cuesta arriba (más flexión), la balanza se inclina hacia lo neurógeno. Y si necesitas apoyarte e inclinarte para seguir avanzando, sospecha alta de canal estrecho.
Cuando el cuerpo avisa en serio
Hay momentos en los que ya no hablamos de “sutil”:
- Debilidad manifiesta en piernas (subir escaleras cuesta, se arrastra el pie).
- Pérdida de resistencia marcada para la marcha; la distancia útil se desploma.
- Alteraciones esfinterianas: urgencia marcada, y en casos avanzados, incontinencia urinaria por afectación neurológica.
Por eso insisto: diagnóstico precoz. En mi experiencia, cuando los pacientes consultan tardíamente ya hay un compromiso neurológico significativo que complica la recuperación. Detectar el problema antes de déficits avanzados cambia el pronóstico.
Qué confirma el diagnóstico (sin sobrediagnosticar)
No se trata de “salir a pedir resonancias” a todos. El diagnóstico se apoya en:
- Clínica bien interrogada: distancia de marcha, posturas que alivian, calidad de las sensaciones en piernas.
- Exploración: fuerza, reflejos, sensibilidad, prueba de tolerancia al estar de pie vs sentado.
- Imagen (cuando la clínica lo justifica): RM para ver el canal, recesos laterales y forámenes; TC si hay dudas óseas.
El punto crítico es correlacionar: no operamos una imagen bonita; tratamos síntomas reales coherentes con el nivel comprimido. En consulta siempre explico: “Podemos encontrar estenosis en imagen sin síntomas relevantes y al revés; lo que guía es lo que sientes y lo que vemos”.
Tratamiento: de lo conservador a la descompresión
Empiezo por lo menos agresivo y subo escalones solo si es necesario:
- Higiene postural y actividad: caminar en ciclos cortos con descansos, ejercicios que favorecen la flexión y la resistencia.
- Fármacos para dolor neuropático según perfil del paciente.
- Fisioterapia orientada a estabilización lumbar y apertura funcional de espacios neurales.
- Infiltraciones selectivas (cuando encaja): pueden comprar tiempo y mejorar la rehabilitación.
Si tras un periodo razonable no hay respuesta y la clínica-imagen cuadran, planteo descompresión quirúrgica. En mi práctica, cuando la indicación está clara, el objetivo es liberar las raíces y recuperar el diámetro del canal para devolver autonomía. No siempre hace falta fusión; se reserva para inestabilidades o casos muy concretos.
“Cuando las medidas conservadoras no son suficientes y existe una correlación clara entre hallazgos y síntomas, indico descompresión. El objetivo es una mejoría funcional que permita retomar actividades con mayor autonomía”.
Tecnología que suma seguridad
Las técnicas actuales buscan ser efectivas y menos agresivas. Una herramienta que valoro es el bisturí óseo ultrasónico: funciona como un “bisturí de ultrasonido” que corta hueso con precisión y respeta mejor el tejido blando adyacente. En mi experiencia, recalibrar el canal con esta tecnología reduce el trauma sobre estructuras vecinas y, potencialmente, disminuye el riesgo de complicaciones. No es magia ni para todos, pero bien indicado ayuda a lograr una descompresión segura y controlada.
Checklist rápido para no dejar pasar las pistas
- Me cuesta estar de pie y me alivio al sentarme.
- Camino mejor inclinado (al carrito del súper).
- Tengo hormigueo/pesadez en piernas que sube con la marcha.
- Cada mes camino menos distancia que antes.
- Cuesta abajo voy peor que cuesta arriba.
- Aparezco con pausas frecuentes y necesito apoyo (bastón/andador).
- He tenido episodios de urgencia miccional o, si es severo, incontinencia.
Si marcas dos o más, merece una consulta médica para valorar estenosis.
Conclusión
El canal lumbar estrecho suele susurrar antes de gritar. Si atendemos a los signos sutiles —alivio con la flexión, fatiga de piernas desproporcionada, distancia de marcha en caída— podemos diagnosticar antes, evitar déficits y elegir el tratamiento en el momento oportuno. A veces bastará con medidas conservadoras bien dirigidas; cuando no, una descompresión —idealmente con técnicas de mínimo trauma— puede devolver la autonomía que dabas por perdida.
FAQs
¿Puedo tener canal estrecho con poco dolor lumbar?
Sí. En muchos casos predominan las sensaciones en las piernas (hormigueo, pesadez, debilidad) y el dolor lumbar es mínimo.
¿Cómo diferencio lo neurógeno de lo vascular en casa?
Si sentarte o inclinarte te alivia rápido y caminas mejor con el cuerpo flexionado, suena a neurógeno. Si solo mejora con parar, sin importar la postura, puede ser vascular (consulta para exploración).
¿Cuándo debo consultar de urgencia?
Si notas debilidad progresiva, pérdida marcada de resistencia o alteraciones esfinterianas (incontinencia), no demores la visita.
¿La cirugía siempre implica poner tornillos (fusión)?
No. La descompresión sin fusión es suficiente en muchos casos; la fusión se reserva para inestabilidad u otras indicaciones específicas.